Uno de los obstáculos con los que se encuentra el usuario de e-book/libro electrónico, es la disponibilidad de contenido.
Hasta hace relativamente poco no empezaron a aparecer portales dedicados, como puede ser Leqtor (aunque venda productos con DRM a precios abusivos), o Amazon (aunque también venda productos con DRM a precios abusivos) y Barnes & Noble por decir dos grandes tiendas, u otras más pequeñas como O/R Books, que a diferencia de las tres anteriores, cuando les compras un libro en soporte electrónico te mandan por correo un fichero comprimido con los formatos pdf, epub, mobi, prc y para Mac… que luego podrás ver en cualquier dispositivo que tengas en la actualidad, o en el futuro.
Son solamente cuatro de los múltiples modelos que existen, y que se ha demostrado que, a su modo, funcionan. El formato electrónico no va a matar al formato papel, ni a los escritores. Aunque seguramente se lleve por delante a algún intermediario que no haya sido capaz de adaptarse, como ya pasó antes con la imprenta.
Quien no muestre adaptabilidad terminará muriendo de inanición, por decirlo de algún modo. Serán aquellos que no quieran ver la realidad y prefieran inventarse datos apocalípticos (sigo negándome a enlazar al intento de reportaje de El País). Serán aquellos que permanezcan a la sombra de los muros que ellos mismos han levantado para intentar evitar algo malo y terrible… que solo existe en sus mentes.
Por contra, y para demostrar que existe vida editorial tras los libros electrónicos, hay quien escribe artículos y reportajes fundados y documentados, como el del periódico argentino La Nación titulado “Libros del futuro“, que pude leer gracias al aviso del Libro de Notas.
Solamente hace falta comparar los dos títulos para saber quién tiene muchos números para seguir adelante y quien los tiene para terminar, antes o después, tirado en la cuneta haciendo auto-stop.
Pero si nos adentramos en el Reportaje, podemos ver cómo el formato papel puede seguir generando nuevos modelos de negocio, además de los que vienen con los formatos digitales.
Un ejemplo son los libros con Realidad Aumentada, como los que ya tiene disponible en su catálogo la editorial boneairense Mano Escrita, aplicando tecnologías ya disponibles desde hace un par de años.
Otro es el de la editorial Moebius que, a parte de producir libros especialmente orientados a ‘pantalla’, añadió música, vídeo y, ahora, animaciones, junto con la opción de dejar comentarios para otros lectores o incluso el propio autor del libro.
Todos modelos que funcionan y que ya están aquí para el que quiera adoptarlos.
Repitamos: la digitalización no va a matar al formato papel. Las editoriales lo tienen facilísimo, ya que para poder editar un libro en papel hoy en día, el paso previo es tener el archivo digital. No representa ningún trabajo extra. Solamente necesitan maquetar un poco (no demasiado), y pulsar en la opción “Guardar como” para tener un formato e-book básico no-editable.
Pero algunas editoriales prefieren jugar a la escasez, rechazando frontalmente el poner a disposición de sus clientes un formato/producto adicional.
Eso cuando no ponen a la venta el soporte electrónico a precio muy parecido, o incluso superior, que su versión tradicional en papel, y muchas veces vendiendonos una licencia para leer dicho libro en un número limitado (y muy bajo) de dispositivos electrónicos, debiendo pedir permiso cada vez que queremos cambiar de pantalla de lectura. Ah, y no hay que olvidar que actualmente, los libros electrónicos son productos de casi-lujo, tributando al 18% de IVA frente al 4% de sus hermanos de papel.
Y todo ello pudiendo facilitar nuevos productos que, aunque a las editoriales les cuestan 0, podrían poner a la venta por, digamos, entre 1 y 5 euros y ver como las ventas de e-books suben y suben como la espuma.
Pero al jugar a la escasez, no dejan otra opción que empezar a digitalizar nuestros libros en casa, ya que por mucha nota de copyright, cuando se compra un libro, pasa a ser propiedad de uno y se hace lo que se quiere con él.
Y como con los libros en papel, los libros en formato electrónico también pueden dejarse.
Esa presunta inundación de libros pirateados de la que se quejan ciertos sectores es el mayor síntoma de que existe un sector de negocio claramente sin explotar.
Si los editores elijen no explotarlo, es su problema. No pueden quejarse por una cosa y su contraria, y mucho menos en el mismo párrafo. Y menos aún con datos inventados.
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