Pero como dice el diccionario de algunos, el monoteísmo son aquellas únicas formas de ver e interpretar unos mismos hechos históricos a lo largo de los siglos.
Algunas de las opiniones divergentes coinciden también en otra cosa: la fagocitación, re interpretación y apropiación de los mitos y dioses antiguos.
Pero lo mejor de todo, es que la leyenda dice que Alí, que como su primo era descendiente del mismo Abraham, nació en el interior de la mismísima Kaaba, permaneciendo allí durante tres días antes de salir al exterior, donde el mismísimo profeta le alimentó por primera vez.
Tras el asesinato del tercer califa suní, se eligió finalmente al primo Alí como sucesor del Profeta. Luego le acusaron de instigar el asesinato de su predecesor, lo que generó la primera guerra civil islámica, apenas 40 años después de empezar.
Alí fue asesinado mientras rezaba en la mezquita de Kufa, lo que situó primero a su hijo Hassan a la cabeza de la facción shiita, que renunció al poder en favor de su hermano Hussein, que instauró la noble tradición islámica del martirio por decapitación, y la otra noble tradición de los enfrentamientos entre los bandos shií y sunní.
Seguro que a nadie se le escapan las múltiples similitudes entre Mahoma y su primo Alí con Jesús y su primo Juan, llamado el Bautista.
Por su parte, como bien sabemos aquí tras cientos de años de ser la Reserva Espiritual de Europa, el monoteísmo necrofílico celebra el linchamiento y empalamiento de su mesías salvador (Jesús, Ieshua en hebreo, que significa ‘salvación’) y su posterior resurrección y ascensión ‘al tercer día, como ya decían las escrituras’, conformando el culto zombie que conocemos en la actualidad.
Por otro lado el monoteísmo judío, originador de los demás, celebra estos días el éxodo y liberación del yugo de los egipcios gracias a Mosiés. Pero hay que recordar qué conlleva el pesach o la pascua judía, cuya celebración dura 8 días: las plagas de Egipto que empezaron con el Nilo teñido en sangre y terminaron con la muerte de todos los primogénitos, llevando a la huida de Egipto cruzando el Mar Rojo de las cañas (Yam Suf en hebreo, traducido como ‘Sea of Reeds’, y de ahí ‘Mar Rojo’) y marcando el inicio del calendario bíblico, culminando en el Sinaí donde el Dios de Abraham grabó en piedra los 10 mandamientos de la ley mosaica y se los dio a Moshé para que los difundiera entre su pueblo.
Pero dando un salto hacia adelante, nos encontramos con el politeísmo romano, que justamente éstos días celebraba los Ludii Megalenses en honor de la Diosa Madre, Cybele.
Dejando a parte la bazofia new-age del día de la Madre Tierra, el culto a la Diosa es uno de los más antiguos de la historia de la humanidad, ya que es el culto a la fertilidad. Precisamente el mito de Cybele y Attis contiene elementos como la castración, gestación, nacimientos, árboles cortados y cuerpos que renacen de entre los muertos. Por no hablar de Osiris.
Por cierto, Cybele, como muchos otros cultos, vino de Frigia, al igual que los “gorros frigios”, una especie de sombrero puntiagudo que a menudo vestían los participantes en procesiones.
Pero esto, así como Mithras o la evolución del culto a Isis hasta nuestros días, mejor lo dejo para otro día…